Según las leyes del movimiento establecidas por primera vez con
detalle por Isaac Newton hacia 1680-89, dos o más movimientos se suman
de acuerdo con las reglas de la aritmética elemental. Supongamos que un
tren pasa a nuestro lado a 20 kilómetros por hora y que un niño tira
desde el tren una pelota a 20 kilómetros por hora en la dirección del
movimiento del tren. Para el niño, que se mueve junto con el tren, la
pelota se mueve a 20 kilómetros por hora. Pero para nosotros, el
movimiento del tren y el de la pel
ota se suman, de modo que la pelota se
moverá a la velocidad de 40 kilómetros por hora.
Como veis, no se puede hablar de la velocidad de la pelota a secas.
Lo que cuenta es su velocidad con respecto a un observador particular.
Cualquier teoría del movimiento que intente explicar la manera en que
las velocidades (y fenómenos afines) parecen variar de un observador a
otro sería una «teoría de la relatividad».
La teoría de la relatividad de Einstein nació del siguiente hecho: lo
que funciona para pelotas tiradas desde un tren no funciona para la
luz. En principio podría hacerse que la luz se propagara, o bien a favor
del movimiento terrestre, o bien en contra de él. En el primer caso
parecería viajar más rápido que en el segundo (de la misma manera que un
avión viaja más aprisa, en relación con el suelo, cuando lleva viento
de cola que cuando lo lleva de cara). Sin embargo, medidas muy
cuidadosas demostraron que la velocidad de la luz nunca variaba, fuese
cual fuese la naturaleza del movimiento de la fuente que emitía la luz.
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